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Los claveles del Jardín


Hilda, una niña vivaz, muy alegre, muy coqueta, transcurrió su niñez en la cuidad blanca, donde mas de un poeta se dejo inspirar por su belleza, las flores siempre fueron su adoración, sobretodo aquellos claveles rojos que con su encanto y color tan profundamente rojo, la encendían de pasión.


Un día fijo la mirada en un muchacho muy peculiar, vestido a la moda, con aquel traje de saco suelto, corbata muy delgada y bigotito fino, el hermoso caballero, "Don José ".


Soñaba con un matrimonio grande, con un velo largo, muchos claveles e invitados, una gran fiesta, una gran recepción; pero fue una ceremonia muy corta y sencilla, su padre la fue a entregar al altar, ella, secándose las lagrimas miro al cielo y juro por Dios nunca dejarse vencer, demostraría a mas de uno que ella podía con todo, que ningún problema la pararía jamás. Ese momento, no solo era el comienzo de una nueva vida, sino el comienzo de su verdadera ilusión y pasión.



Los años pasaron con dificultad, Don José trabajaba mucho y ella no podía quedarse atrás, tenia que colaborar con el hogar, se dedico a todo y dentro de sus múltiples labores y hobbies (ademas de la cocina), cocía hermosos vestidos, al poco tiempo nació la primera luz en su vida, una niña muy linda de hermosos ojos verdes, Don José, la llevaba a pasear con un abriguito de terciopelo rojo por aquellas calles frías y muy poco cálidas de la ciudad de Lima, era un puntito de belleza en aquel panorama gris, Carmencita, nombrada así por la Virgen del Carmen de Paucartambo (Cuzco–Peru), que con su gracia le dio un corazón hermoso y le salvo la vida antes de nacer; vivían en una casita en el distrito de Miraflores, pronto nacieron, José, llamado con cariño pepito, su humor y determinación eran muy importantes para la vida de Hilda, él, le daba fuerza con solo unas cuantas palabras, luego nació Laurita, la pequeña Laura Esperanza, era un ángel y muy pronto llego Alvaro a alegrar la vida de todos; Hilda seguía trabajando como siempre, Carmencita le ayudaba a cuidar a sus hermanitos, haciendo una sopa de tomate riquísima, Don José le pedía que se la preparara una y otra vez.


Se mudaron a Cuzco, donde sus hijos crecieron y se hicieron hombres, pronto regresaron a la cuidad blanca, donde encontró su verdadera pasión, nunca dejando de soñar por un país y una sociedad mejor, con su corazón noble y bondadoso, fue elegida Alcaldesa, siendo la primera mujer que ocupaba la alcaldía, dedicó su tiempo, sus pensamientos y sus manos al servicio de los demás, ganándose así, el respeto y aprecio de su comunidad, con su famosa frase, " Todo lo podemos hacer, lo difícil demorara un poco mas, pero todo se puede".


A lo largo de su vida luchó por lograr una comunidad más fuerte, mas integra, más moderna y siempre velando para que todo se realice dentro del orden y el respeto que la política se merece, dando ejemplo a muchos, que con solo amor y coraje se pueden lograr grandes cosas y todo esto, sin esperar nada a cambio, demostrando una y mil veces que el dinero no es un fin, es solo un medio que nos permite lograr muchos sueños; El de ella era simple, ver que su distrito tenga todas sus necesidades cubiertas.


Siempre recordare nuestros veranos en Arequipa, mucha gente la buscaba, le pedían consejos no solo para el consejo provincial, sino por problemas personales y ella los escuchaba atenta; el comedor de la casa siempre estaba lleno, no solo de alimentos sino de comprensión y respeto, demostró muchas veces que, "Quien cocina con el corazón, apaga el genio del dragón ".


Muchas veces ha sido abogada de los pobres en representaciones legales, para ella, lo justo y lo legal no tiene porque tener tanta trabas y tanto lenguaje complicado, la verdad no es un camino empedrado sino un camino recto e iluminado, siendo en varias oportunidades, abogada de si misma, para sorpresa de los jueces, que la Sra. Hilda no solo sabe de arquitectura o urbanismo, inmobiliaria, Psicología y gastronomía, lo que más domina, son las leyes, siendo no solo una pasión sino una vida y todo esto sin ser abogado, solo una enamorada de lo justo y de la defensa de la verdad.


Siempre con la palabra precisa, la verdad es dura y es difícil decirla, pero ella encontraba la manera de decirla, con todo el amor de madre que la caracteriza, y creo yo, ese es el secreto de su éxito, siempre decir la verdad, siempre luchar por la verdad y defender lo justo, para lograr una sociedad armoniosa.



A sus 85 años, por la terraza de su dormitorio, observa su jardín con sus hermosas rosas y claveles rojos, recuerda con cierta melancolía aquellos momentos difíciles, recuerda que un día le dieron la espalda, mas ahora, con la mirada en alto, perdona, olvida y absorta en sus pensamientos, vislumbra este basto y alegre jardín, construido con mucho esfuerzo y paciencia, las flores de su jardín nunca se podrán marchitar, ya que están hechas de ejemplo, amor y valentía en la vida, aquellos claveles rojos del jardín florecerán cada día, verán la luz del amanecer, sentirán sus pétalos el sabor del viento y aun en su muerte, ellos vivirán por ella, por que la flor mas bella que sembró fue el Amor, el amor tan intensamente rojo, como los claveles de su jardín.

New York 18-10-2000


* A ti, mí querida abuelita, por todo tu amor, por tu valentía, por tu coraje, porque siempre serás mi más grande tesoro, mi más grande amor, mi más grande amiga.

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