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¿Expatriado? … ¿yo?



Que palabra tan dura, que palabra tan fuerte, no nos da la bienvenida, como encontrar una palabra para sentirnos confortables, sentirnos en casa y empezar una nueva vida, en un lugar nuevo, donde queremos que todo empieze como nuestro nacimiento, todo tan natural, como eso. Empezare a retroceder en el tiempo, pensando como me sentía, que sentimientos me movían para salir de mi país por primera vez, no fue un trabajo fácil, pero como siempre, es un trabajo de introspección prefecto, para empezar a escribir. El amor, es siempre es un hermoso motivo, habiendo muchos otros, como la necesidad, cambio de trabajo o simplemente querer volver a empezar, cuando llegamos al Nuevo destino, nos sentimos muy extraños, todo es distinto, todo nos sabe diferente, empezamos a comparar, hasta la gente, alegando que en nuestro país es mejor, que es más cálida, que es más abierta y un sin número de calificativos, algunos de ellos no muy agradables; pasado el tiempo, estas cosas, no nos molestan, es más, las sentimos como que así debió ser siempre y que así debería ser en nuestro país. Es imposible, no hacer comparaciones, pero claro, nuestro sentido de patriotismo, nos hace siempre regresar al mismo lugar, que nuestro país, (así esté equivocado), es el mejor del mundo. Pero, encontramos una situación extraña y creo yo, ahí, está la clave de todo, cuando regresamos a nuestro país, ya sea por vacaciones largas o porque tenemos que regresar por un tiempo, sentimos que hay cosas, no muy agradables, cosas que podríamos cambiar o no nos sentimos bien en algunas situaciones, que seguramente antes, las habríamos tomado como naturales. ¿Qué paso entonces?... ¿crecimos? … ¿maduramos?... ¿entendimos?... muchas preguntas se nos vienen a la cabeza, como describir, el no sentirte de aquí ni de allá, sentirte en tu país, también un expatriado, que duro, pero que cierto, entonces, ¿Que paso en realidad con nosotros? A mi manera de ver, lo que paso, es que nuestra nacionalidad y nuestro Corazón no solo se encuentra en un solo lugar, se encuentra en la cuidad o país donde vivimos, seguramente, hasta aprendimos el himno nacional, vestido sus trajes típicos, gozado de sus comidas y festividades, haciéndolas por supuesto nuestras, gozándolas a cada instante, como lo hacíamos de pequeños y las aprendíamos en nuestro país de origen. Si, amo a mi país, pero también, amo a los países que nos cobijaron y nos ensenaron tanto, nos ensenaron a ver el mundo más grande, a sentir el mundo con otros ojos, a gozar de las experiencias y oportunidades en diferentes edades, crecimos juntos y porque no decirlo, sentir que nacimos nuevamente, entonces, ¿ Somos expatriados?. Busquemos la definición en el diccionario,…“ Un expatriado es una persona que, de forma temporal o permanente, reside en un país diferente del país en el que nació. El término viene del ex («fuera de») y patria («país», «madre patria»). ¿Qué paso entonces con nuestros hijos?, algunos nacieron en otro país, pero nosotros somos de otro, o crecieron en otro país pero nacieron en el nuestro, ¿ellos son expatriados también? ¿A que llamamos patria?... no es acaso (viendo solo el sentido poético de la palabra), el amor a tu tierra, el amor al lugar que te vio crecer en todo sentido, me resisto a utilizar ese término, prefiero calificarlo como, ciudadano del mundo, no somos de aquí ni de allá, somos solo luces errantes que dejamos huella en los diferentes puntos donde nos ubicamos y reponernos energía para seguir viajando, conociendo, creciendo y NACIENDO. Volvemos a la pregunta, ¿Expatriado, yo? Jeanette Somocurcio La haya Enero 2015

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